Es difícil precisar que relación guarda la economía con la ecología, pero a grandes rasgos la lectura que puede hacerse es que a mayores índices de producción, aumentos en el PBI o mejoras en la economía, más daño se le causa al planeta.
El aumento en la producción y por ende en el consumo, la venta de vehículos, fabricas trabajando en volúmenes superlativos, han contribuido al desenfreno como sociedad de consumo.
En febrero del 2005 entra en vigor el Protocolo de Kioto, un acuerdo internacional que tiene por objetivo reducir las emisiones de seis gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global.
El 11 de diciembre de 1997 los países industrializados se comprometieron, en la ciudad de Kioto, a ejecutar un conjunto de medidas para reducir los gases de efecto invernadero. Los gobiernos signatarios de dichos países pactaron reducir en al menos un 5% en promedio las emisiones contaminantes entre 2008 y 2012, tomando como referencia los niveles de 1990.
El objetivo principal es disminuir el cambio climático antropogénico cuya base es el efecto invernadero.
A pesar de este acuerdo en que muchos países ratificaron su postura; muchos de ellos no han cumplido con lo firmado, España por ejemplo; estos fracasos no se deben solamente a los gobiernos, sino que es más bien una clara demostración del individualismo egoísta que ha nublado la visión de una sociedad comunitaria en el afán de progresar económicamente.
Es necesario replantear las políticas oficiales tendientes al incentivo en la utilización de energías renovables, la promoción de economías limpias y rentables, y la inversión en educación para los más jóvenes, inculcándoles iniciativas viables y productivas.
El descenso en los índices económicos es evidente, los salarios rinden menos, los precios suben, el costo de vida es más elevado, la inflación nos afecta, pero también el deterioro del medio ambiente es real y tal vez traiga consecuencias mayores que los números que se leen en la prensa.
El tema no es el medio ambiente versus el desarrollo, o la ecología versus la economía; es cómo integrar a los dos.
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