29 oct 2013

Evolución histórica de la medicina - Parte VIII

LA FITOTERAPIA EN LA EDAD MODERNA

 

 Con el advenimiento de la Edad Moderna, el avance de a ciencia promovido en principio por Galileo, Bacon, Newton y posteriormente Descartes, determinó que el mejor camino para llegar a un conocimiento efectivo y a la vez riguroso de la naturaleza debía ser llevado a cabo a través del Método Científico. De esta manera surge la era de la metodología la cual se puede definir como "aquella parte de la lógica encargada de estudiar los métodos de manera sistemática y crítica, ya sea los méto
dos empleados en las ciencias como los utilizados en la filosofía".
 Quien inicia los cuestionamientos al conocimiento imperante de la época es Galileo con su teoría de que la Tierra no era el centro del universo. Galileo propone romper con el clásico planteamiento de hacer preguntas reemplazando el porqué por el como (es más importante preguntar "como" caen las cosas que "porqué" caen las cosas).
 En este período de la edad moderna, el inglés Francis Bacon (1561-1626) sentó las bases de la ciencia moderna al aplicar para ella metodologías de investigación. En tal sentido, propuso como primera medida  eliminar todo prejuicio existente al encarar una idea. En segundo término desarrollar una base de trabajo que genere el experimento, y por último, el experimento determinara la experiencia. Así llegó a la conclusión de que sólo el experimento y la experiencia firman la base para el control práctico de la naturaleza.
 Estas bases no estarían completas sin el aporte de las matemáticas, tarea llevada a cabo más tarde por Isaac Newton (1643-1727) quien supo combinar el método inductivo-empírico con el deductivo-matemático. Asimismo, no debe omitirse el aporte de René Descartes (1596-1650) considerado el padre de la filosofía moderna, que incorpora el método deductivo, que incita primero a dudar de todo para luego encontrar las soluciones verdaderas. Así llega a su famosa frase "cogito ergo sum": yo pienso, luego existo.
 Se llega así a sostener que sólo aquello que puede ser explicado con la razón es perfectamente válido. Es la era del positivismo, filosofía sustentada en la base de que sólo el razonamiento, basado en hechos y datos obtenidos en observaciones y experimentos, puede sostener el saber o conocimiento.

 La palabra método surgió de unir dos raíces griegas: meta = hacia; odos = camino; es decir camino hacia algo, esfuerzo para alcanzar un fin. De alguna manera, el método científico logra colocar como trasgresor a todo aquel que no podía explicar "científicamente"  las propiedades terapéuticas o curativas de determinada sustancia; es así que el conocimiento transgresor da lugar al nacimiento del empirismo. Sin embargo, el método científico partía del conocimiento empírico, pero trataba de darle u marco de lógica o de referencia comprobable por mecanismos ideológicos-filosóficos. Decía A. Huxley "aquellos que renuncian a ir más allá de los hechos raramente obtienen otra cosa que los hechos". 

 No obstante, y más allá de cuestiones filosofales, durante los siglos XVI y XVII y paralelamente a una caída de la autoridad eclesiástica en el mundo, muchos médicos retoman la obra de Dioscórides y comienzan a profundizar en ella. Paralelamente, surgen nuevas investigaciones que echan por tierra viejas creencias. Es el caso de William Harvey (1578-1657) quien descubre que el corazón es el órgano bombeador de sangre hacia toda la economía del cuerpo (contrariamente a lo que sostenía Galeno). Por otra parte, surgen obras de importantes investigadores como la perteneciente a William Turner en 1568, John Gerard (1597), John  Parkinson (1640) y Nicolas Culpeper (1652) en donde se describían no sólo vegetales sino preparaciones en base a animales (venenos de serpientes, cálculos biliares de vacunos, cuernos de ciervo, lombrices, etc.). 
 A principios del siglo XVII se crea en Inglaterra la Farmacopea Londinense, origen de la Farmacopea Británica actual y en 1638 en Francia, es creado el Códex Medicamentarius Gallicus. 
Ambas obras, junto a las Farmacopeas e Portugal y España, fueron referentes del saber médico en muchas otras regiones (incluido el nuevo continente) habiendo incorporado muchas hierbas medicinales, a pesar de que no se conocían muy bien sus dosis terapéuticas y sus dosis tóxicas. 
 Para evitar problemas de toxicidad o mal uso de las hierbas por parte de la gente común, William Turner y Nicholas Culpeper escribieron sus obras en inglés (y no en latín como solían hacer los científicos de la época) lo cual les trajo innumerables problemas con las autoridades del recientemente creado College of Phisicians. Entre estos médicos quien quizás más se destacó fue Nicolás Culpeper (1616-1654) quien defendió gran parte de las teorías de Paracelso además de rescatar la obra de Dioscórides, la de la medicina árabe e incorporar los conocimientos astrológicos aplicables a las plantas. 
  En el frontispicio de su obra titulada El Médico Inglés menciona no sólo el tratamiento con hierbas que crecen en Gran Bretaña, sino que aporta importantes conocimientos de fisiología e higiene. Cuando es herido sobre la Guerra Civil Inglesa contra en Commonwealth, es trasladado al hospital y observa las carencias de estos centros de atención sanitaria. Fue así que se transforma en un gran defensor de los derechos ciudadanos de acceder a la salud pública, atento a que la mayoría de la población no podía pagar una consulta médica privada. 
 A él se le debe la publicación en Norteamérica del primer herbario, hacia el año 1700. La mayoría de los médicos que conocían el uso de la plantas medicinales, comienzan a legislar leyes que castigaban a sus "competidores" no médicos, abriéndose una brecha importante entre el saber científico y el folclórico. El expendio y venta de hierbas queda bajo el riguroso manejo de boticarios o herbolarios académicos. 
 En cambio, los médicos que no utilizaban plantas medicinales insistían en el uso del mercurio, la quinina y el arsénico los cuales crearon múltiples intoxicaciones. Por ejemplo, el mercurio contribuyó a la muerte del rey Carlos II en 1685 y a la de George Washington en 1799. Era común que los pacientes afectos de sífilis recibieran altas dosis de un purgante conocido como calomel basado en su totalidad en cloruro de mercurio. El exceso de purgas y sangrías configuraron la denominada "medicina heroica" cuyo principal exponente, el Dr. Benjamín Rush (1745-1813) sostenía que para la práctica médica sólo se necesitaban dos cosas: sangrías y calomel. 
 Esto motivó a a que muchos investigadores y médicos replantearan cuál era la "medicina oficial" que debía ser implementada en la enseñanza universitaria. Uno de esos cuestionadores fue el alemán Samuel Hahnemann (1755-1843) quien creyó conveniente utilizar sustancias tóxicas en forma diluida y convenientemente dinamizada para tratar las diferentes enfermedades. 

 El sistema homeopático se basa en el principio de tratar la enfermedad con la misma sustancia que la provoca, pero a dosis diluidas (infinitesimales). Para ello, Hahnemann comenzó sus investigaciones con la quinina, siguió con el mercurio, luego el arsénico y finalmente con otro tipo de sustancias: minerales, vegetales, animales, etc., dando origen así a un revolucionario método que aún perdura en nuestros días y que se conoce con el nombre de Homeopatía (Homeo = similar; Pathos = enfermedad, es decir curar a través del similar). 
 Su libro, el Órganon, se considera la obra cumbre de la medicina del siglo XVIII y crea un nuevo concepto en el tratamiento de las enfermedades preservando los fundamentos Hipocráticos que consideran más importante al enfermo que a la enfermedad y rescatando el principio de "Primun non Nocere" (lo primero es no dañar). Posteriormente, Hahnemann fue incorporando nuevas plantas hasta llegar a un total de casi 400 hierbas, la mayoría de Europa Central, probadas en el hombre a través del método dinamizado. 

 Una de las primeras plantas reconocida científicamente por sus bondades terapeúticas fue la digital. Cuenta la historia que una paciente que sufría de hidropesía por trastornos cardíacos prueba una receta basada en una antigua receta familiar que la contenía. Al observar el excelente resultado del brebaje, decide comunicárselo a su médico de cabecera, el Dr. William Witherin quien hasta ese momento había fracasado continuamente con los tratamientos instaurados en su paciente. En vista del éxito obtenido, comienza él mismo a recomendar esta planta y en el año 1785 publica un libro titulado Account of the Foxglobe and Some of his Medical Uses, en el que relata 200 casos de hidropesía asociados a insuficiencia cardíaca. Asimismo, revela las partes de la planta que contienen mayor cantidad de principio activo, época de recolección y dosis óptima (muy cercana a la dosis tóxica). 
 El alemán Cristoph Hufeland, nacido en Turingia en 1762 y su compatriota Heinrich Lahmann, fueron grandes preconizadores de los tratamientos por métodos naturales. Este último creó en 1887 un sanatorio naturista cerca de la localidad de Dresden que alcanzó notoriedad mundial. También merece destacarse la labor del médico cirujano alemán Augusto Bier (inventor de la anestesia endovenosa y la raquitomía) quien dejó su especialidad y se abocó a la difusión de la homeopatía y de la medicina natural. Otro ejemplo lo construyó el sueco Maximilian Bircher Brenner, quien fue el primero en preconizar la importancia de la ingesta de vegetales crudos. 
 Muchos médicos europeos lentamente de comenzaron a emigrar hacia el Nuevo Mundo y poco a poco fueron adquiriendo el conocimiento de las plantas autóctonas. Así fueron incorporados al arsenal terapéutico remedios vegetales tales como la dragontea, el sasafrás, el olmo, el lino azul, la vara de oro, etc. 
 Tras la muerte de George Washington, víctima del mercurio como hemos visto, hubo una especie de rebelión médica en norteamérica contra los tratamientos ortodoxos, encabezada por Samuel Thompson (1769-1843), quienes trataron de revalorizar los tratamientos a base de vegetales. Este médico se nutrió del conocimiento indígena en gran medida y popularizó el uso de plantas como la cayena, la serpentaria y la lobelia. 

 Thompson fue el fundador de la Fisiomedicina y propuso la teoría acerca de que "todas las enfermedades se debían al frío", lo cual no suena tan descabellado si observamos que su labor se desarrolló en el territorio de Nueva Inglaterra donde los inviernos diezmaban a la población. Se calculó en 1830 que alrededor de 3 millones de personas adherían las teorías de Thompson. En 1864, sus seguidores europeos crean la National Association of Medical Herbalist, la organización oficial más antigua de Europa en cuanto a fitoterapia se refiere. 

 A principios del siglo XIX, la medicina occidental comienza a influir en Oriente, sobre todo en las prácticas chinas e hindúes. Con la llegada de los ingleses a la India, comienza a desplazarse la medicina ayurvédica de la enseñanza universitaria, considerándose a ese saber como "una práctica inferior". En cambio en China, el flujo de ideas occidentales fue menos traumático y enriquecedor para ambas partes. 
 En Europa surgen grandes defensores de la salud por métodos naturales, como Sebastian Kneipp (1821-1897) y posteriormente Johann Künzle (1857-1945). En 1864 se crea en el norte de Inglaterra el National Institute of Medical Herbalists, la primera entidad profesional de fitoterapia en el mundo. En tanto en América, el conocimiento herbario aun se centraba en la figura del hechicero o "chamán" el cual por medio de rituales que incluían danzas y "fumatas" de tabaco o peyote, les permitía entrar en trance y de esta manera "viajar espiritualmente" en busca del alma de la persona enferma a efectos de rescatarla y curarla. 
 Cabe hacer notar que el tabaco era utilizado por los nativos sólo como elemento ceremonial. Entre las sustancias que les permitía entrar en estado de trance figuran el yage, la ayahuasca, el agárico, el beleño, la belladona, bayas de espino o mandrágora (nótese la gran cantidad de sustancias o compuestos tóxicos y alcaloides que contienen las mismas).
 En 1830 había surgido un movimiento en Norteamérica basado en el empleo de las plantas medicinales, de acuerdo con las prácticas recopiladas de los indígenas, combinadas con prácticas ortodoxas, siendo su pionero el Doctor Wooster Beech (1794-1868). Este movimiento se denominó eclectismo y en la cumbre de su popularidad llegó a contar con más e 20.000 practicantes calificados en Estados Unidos. Beech supo mancomunar los avances científicos de la época con el correcto uso de las plantas medicinales, rechazando en parte las teorías de Thompson por considerarlas demasiado simplistas. 
 Lentamente fue desplazando a la medicina "oficial" al punto que se tuvo que realizar un debate en 1907 para determinar a que escuela médica debían destinarse los fondos de los filántropos que sostenían la medicina en ese entonces: Andrew Carnegie y John D. Rockefeller. Finalmente se optó por privilegiar la medicina oficial y lentamente el eclectismo fue perdiendo fuerza. 
 En el año 1906 aparece un tal Dr. Charubel quien publica un libro que hablaba sobre la curación de las enfermedad esa a través de las plantas y minerales, pero con un enfoque distinto: el mecanismo de acción terapéutico de las plantas y minerales se centraría en el plano espiritual. Indicó el uso de 39 plantas que actuaban en la esfera psíquica, aparte de 3 metales y 11 piedras preciosas. Un discípulo de él, el Dr. Rudolph Steitner amplía la obra con mayor cantidad de minerales y plantas (entre ellas el muérdago) y da origen a la denominada Medicina Antroposófica que aun hoy perdura. 
 En el siglo XIX, Un joven aprendiz de farmacia en Alemania llamado Friedrich Serturner aisla del opio una sustancia a la que se denominó: morfina. Posteriormente, en 1819 se aisla la atropina y la hioscina de la belladona; en 1820 se aisla la quinina de la corteza de la quina; en 1827 la salicilina de la ulmaria; en 1829 la emetina de la ipecacuana; y en 1860 la cocaína de las hojas de coca.
 Finalmente en 1828, Friedrich Wohler produce la síntesis de la urea a partir de una sustancia inorgánica (el cianato de amonio), dando comienzo así a una nueva etapa de la medicina, en la cual por primera vez se prescinde de la obtención de un compuesto proveniente de un vegetal. 
 Los soplos de libertad que fueron apareciendo tras la ola de independencias en los países americanos, dieron el marco apropiado para la creación de farmacopeas propias. Fue así que en 1820 se crea la primer farmacopea americana titulada: "Farmacopea de los Estados Unidos de Norteamérica". A continuación surge la de México y en América del Sur es Chile el primer país en contar con farmacopea propia, lo cual acontece en 1886. En 1898 surgen las de Argentina y Venezuela y en 1926 la de Brasil. La necesidad de crear normas para la buena preparación de remedios dio origen a la palabra farmacopea, término derivado del griego Pharmakon (droga) y poeia (hago, preparo).

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