El brécol, brócoli o bróculi pertenece a la familia de las
crucíferas que se caracterizan porque sus flores tienen los pétalos en forma de
cruz.
En ella se
incluyen más de 300 géneros y unas 3.000 especies vegetales propias de regiones
templadas y frías del hemisferio norte.
Su origen
parece estar en los países bañados por el Mediterráneo oriental, en concreto en
Oriente Próximo. De hecho está documentado que los romanos ya cultivaban y
consumían con frecuencia.
Hoy, sin embargo, Estados Unidos es el mayor
productor mundial gracias a las extensas plantaciones de esta verdura que se
cultivan en California.
Por lo
que respecta a su aporte nutricional quizás resulte suficientemente
significativo que algunos estudios la califiquen como “la hortaliza de mayor
valor nutritivo por unidad de peso de producto comestible”. No en vano
aunque su componente mayoritario es el agua –casi un 80% - este vegetal es
también muy generoso en vitaminas y minerales. Así, es una excelente fuente de vitamina C.
De hecho
se considera que 200
gramos de esta hortaliza cubren con creces las
necesidades mínimas diarias de esa vitamina ya que aporta 116 mg por cada 100 gramos de brécol.
Ración que sería también suficiente para satisfacer los requerimientos diarios
de ácido fólico y niacina así como dos terceras partes de provitamina A en
forma de betacaroteno. Asimismo contiene vitaminas B1, B2, B6 y E.
Cabe señalar
que en el brécol los betacarotenos – pigmentos naturales que el organismo
transforma en vitamina A según sus necesidades – están enmascarados por la
clorofila, el pigmento más abundante en esta verdura y que también le confiere
importantes propiedades terapéuticas.
En cuanto a su contenido
mineral destaca su riqueza en potasio y sus cantidades significativas de
calcio, magnesio, manganeso, cobre, fósforo, zinc, hierro, selenio y azufre.
Además el brécol es rico en una serie de sustancias fotoquímicas cuyos
potenciales efectos beneficiosos para la salud justifican el creciente interés
científico por esta planta. Nos referimos, por ejemplo, a sus glucosinolatos, sustancias aromáticas
contenidas en el brécol a las que se atribuyen efectos anticancerígenos además
de la capacidad de eliminar microorganismos indeseables del cuerpo. Y cuando
catabolizan dan lugar a otros compuestos bioactivos no menos interesantes como
los indoles
– que favorecen la desintoxicación del organismo ( el indol-3-carbinol en
concreto interviene en el metabolismo de los estrógenos por lo que investiga su
papel en la prevención del cáncer de mamas y ovarios) – y los isotiocianatos – a
los que se los considera los agentes quimiopreventivos más efectivos que se
conocen y entre los que se destaca el sulforafano, presente en grandes
cantidades en el brécol.
Asimismo, entre esos compuestos fotoquímicos contenidos en el brécol
destacan también varios bioflavonoides – entre ellos la quercetina, que actúa
como antiinflamatorio y parece ralentizar el crecimiento de algunos tipos de
cáncer, - carotenos – entre ellos la luteína , una sustancia abundante
en el ojo humano que actúa como protector frente al desarrollo de cataratas y
que además se ha relacionado con la disminución del riesgo de padecer trastornos
cardiovasculares – y fibra – a la que también se atribuyen importantes
propiedades terapéuticas .
Andrés Acosta
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