DROGAS
VEGETALES INDIGENAS
Muy poco o nada puede decirse de las plantas medicinales usadas por nuestros aborígenes, cuya civilización era muy rudimentaria o que, por lo menos, no han dejado documentación de su cultura. Se cree que puedan haber usado el arrayán o la pitanga mascando la hoja como digestivo; quizás alguna otra hierba. Pero los curanderos de nuestras tribus usaban de preferencia grasa de animales como el carpincho, el lagarto, etc. Según los historiadores, antropólogos y folkloristas, los conocimientos posteriormente adquiridos en vegetales se deben a las tribus de las zonas limítrofes, especialmente los guaraníes (Paraguay y N.E. argentino), los tupíes, en el sur de Brasil, y más tarde, de los quechuas de la región andina. Varias Tribus americanas, mucho antes del descubrimiento de este continente, solían incluir en su alimentación frutos, raíces y hojas de plantas silvestres, pero también las cultivaban sistemáticamente con fines alimenticios e industriales.
Los indios de Brasil
conocían el uso de la mandioca, del tabaco, del maní, de los porotos, del algodón. En el rico imperio de
los incas (Perú) que representa el más alto nivel de la
cultura sudamericana, se cultivaba la papa y el maíz; se conocía muy bien el uso de ciertas drogas vegetales como la quina, que usaban como febrífugo,
especialmente en la malaria. Esta droga se conoció en Europa en el siglo XVI y se usa aun en nuestros días por su contenido en alcaloides.
Los incas también usaban el bálsamo de Perú como antiséptico y la coca, por su acción narcótica y
estimu1ante. El árbol de la coca es nativo de la región andina y de sus hojas se
extraen alcaloides con los que se prepara la cocaína, poderosa droga estupefaciente.
Los incas eran muy exigentes con sus médicos, a los que seleccionaban entre los
no aptos para los trabajos rudos y la guerra; los cirujanos debían
ser expertos herboristas y los secretos en el arte de curar de trasmitían de padres
a hijos, de generación en generación. En general usaban drogas simples (no mezclas),
ya sea en cocimientos, emplastos, mientras que los europeos usaban complejos brebajes
y ungüentos. Con la llegada de los conquistadores españoles y en especial de
los colonizadores y misioneros, el panorama cambió totalmente para la Banda Oriental. Los
padres jesuitas que dirigían las misiones establecidas con indios del N.E. argentino
y parte de Río Grande del Sur, no sólo aprendieron de los nativos el uso de algunas
drogas, sino que les enseñaron a cultivarlas y a darles nuevos usos, y enriquecieron,
también, el número de plantas medicinales. Poco a poco se difundió en nuestro país
e! conocimiento de las mismas, sobre todo al poblarse nuestra campaña. Durante e!
período de la colonia, junto con el
aporte de su cultura y de sus
costumbres, los colonos introdujeron plantas agrícolas, ornamentales
medicinales y de uso popular como
la menta, el toronjil, el cedrón, etc., que cultivaron en nuestros días. También
existieron los "yuyeros" que, como otros proveedores de la época, recorrían
los pueblos y anunciaban con versos adecuados su mercadería. En la campaña, a la
población y las relaciones con los países limítrofes, aumenta e!
conocimiento acerca del uso en la medicina popular de diversas plantas autóctonas.
Es la época del gran auge de los curanderos, que aun con un prestigio disminuido
por la difusión de los conocimientos científicos, todavía proliferan en el presente. Algunos
de ellos no sólo usan drogas en el tratamiento de las enfermedades; también realizan
prácticas, aveces simples, aveces complejas,
de ceremoniales de magia. Las curanderas gozan de un gran ascendiente sobre sus
pacientes; su fama se extiende de un pueblo al otro y aveces traspone las fronteras.
Son conocidas las curas con yuyos asociadas a "benceduras" y oraciones
especiales en casos de "empacho", "mal de ojo", "paletilla
caída", "culebrilla" y otras dolencias. En la actualidad existe un control por parte del Ministerio
de Salud Pública, a través de su Oficina de Inspección General de Farmacias, que
reglamenta la venta popular de hierbas medicinales (Ordenanza 445). Por esta resolución
se prohíbe la venta callejera de yuyos, los cuales pueden comercializarse sólo en
casas establecidas y con un Químico Farmacéutico responsable. Se estipula que las
drogas deben venderse enteras, sin triturar ni mezclar; en caso contrario, como
ocurre con las yerbas para mate, deben registrarse en el Laboratorio de Salud Pública
como especialidades farmacéuticas. La ordenanza incluye la nómina de aproximadamente
unas 300 hierbas, en su mayoría nativas o
de los países vecinos, enumeradas por orden alfabético de nombres vulgares
usados tanto en nuestro país como en Argentina y sur de Brasil y que han sido popularizados
por las obras de Hieronymus, Matías González y otros. De dicha nómina hemos seleccionado
para nuestro trabajo aproximadamente unas 100 hierbas que ordenamos alfabéticamente
por el nombre que figura en la ordenanza 445; a continuación, cuando corresponde,
damos e! o los sinónimos comunes; luego figura el nombre científico y, entre paréntesis,
la familia a que pertenece la planta. Se completa el trabajo con las aplicaciones
más corrientes establecidas por el uso popular y una escueta descripción
botánica con el objeto de que
el interesado reconozca la planta que va a usar como remedio.
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