8 ago 2013

HISTORIA DE LA FITOMEDICINA PARTE IV

DROGAS VEGETALES INDIGENAS

Muy poco o nada puede decirse de las plantas medicinales usadas por nuestros aborígenes, cuya civilización era muy rudimentaria o que, por lo menos, no han dejado documentación de su cultura. Se cree que puedan haber usado el arrayán o la pitanga mascando la hoja como digestivo; quizás alguna otra hierba. Pero los curanderos de nuestras tribus usaban de preferencia grasa de animales como el carpincho, el lagarto, etc. Según los historiadores, antropólogos y folkloristas, los conocimientos posteriormente adquiridos en vegetales se deben a las tribus de las zonas limítrofes, especialmente los guaraníes (Paraguay y N.E. argentino), los tupíes, en el sur de Brasil, y más tarde, de los quechuas de la región andina. Varias Tribus americanas, mucho antes del descubrimiento de este continente, solían incluir en su alimentación frutos, raíces y hojas de plantas silvestres, pero también las cultivaban sistemáticamente con fines alimenticios e industriales. 

Los indios de Brasil conocían el uso de la mandioca, del tabaco, del maní, de  los porotos, del algodón. En el rico imperio de los incas (Perú) que representa el más alto nivel de la cultura sudamericana, se cultivaba la papa y el maíz; se conocía muy bien el uso de ciertas drogas vegetales como la quina, que usaban como febrífugo, especialmente en la malaria. Esta droga se conoció en Europa en el siglo XVI y se usa aun en nuestros días por su contenido en alcaloides.
Los incas también usaban el bálsamo de Perú como antiséptico y la coca, por su acción narcótica y estimu1ante. El árbol de la coca es nativo de la región andina y de sus hojas se extraen alcaloides con los que se prepara la cocaína, poderosa droga estupefaciente. Los incas eran muy exigentes con sus médicos, a los que seleccionaban entre los no aptos para los trabajos rudos y la guerra; los cirujanos debían ser expertos herboristas y los secretos en el arte de curar de trasmitían de padres a hijos, de generación en generación. En general usaban drogas simples (no mezclas), ya sea en cocimientos, emplastos, mientras que los europeos usaban complejos brebajes y ungüentos. Con la llegada de los conquistadores españoles y en especial de los colonizadores y misioneros, el panorama cambió totalmente para la Banda Oriental. Los padres jesuitas que dirigían las misiones establecidas con indios del N.E. argentino y parte de Río Grande del Sur, no sólo aprendieron de los nativos el uso de algunas drogas, sino que les enseñaron a cultivarlas y a darles nuevos usos, y enriquecieron, también, el número de plantas medicinales. Poco a poco se difundió en nuestro país e! conocimiento de las mismas, sobre todo al poblarse nuestra campaña. Durante e! período de la colonia, junto con el
aporte de su cultura y de sus costumbres, los colonos introdujeron plantas agrícolas, ornamentales
medicinales y de uso popular como la menta, el toronjil, el cedrón, etc., que cultivaron en nuestros días. También existieron los "yuyeros" que, como otros proveedores de la época, recorrían los pueblos y anunciaban con versos adecuados su mercadería. En la campaña, a la población y las relaciones con los países limítrofes, aumenta e! conocimiento acerca del uso en la medicina popular de diversas plantas autóctonas. Es la época del gran auge de los curanderos, que aun con un prestigio disminuido por la difusión de los conocimientos científicos, todavía proliferan en el presente. Algunos de ellos no sólo usan drogas en el tratamiento de las enfermedades; también realizan prácticas, aveces simples, aveces  complejas, de ceremoniales de magia. Las curanderas gozan de un gran ascendiente sobre sus pacientes; su fama se extiende de un pueblo al otro y aveces traspone las fronteras. Son conocidas las curas con yuyos asociadas a "benceduras" y oraciones especiales en casos de "empacho", "mal de ojo", "paletilla caída", "culebrilla" y otras dolencias. En la actualidad existe un control por parte del Ministerio de Salud Pública, a través de su Oficina de Inspección General de Farmacias, que reglamenta la venta popular de hierbas medicinales (Ordenanza 445). Por esta resolución se prohíbe la venta callejera de yuyos, los cuales pueden comercializarse sólo en casas establecidas y con un Químico Farmacéutico responsable. Se estipula que las drogas deben venderse enteras, sin triturar ni mezclar; en caso contrario, como ocurre con las yerbas para mate, deben registrarse en el Laboratorio de Salud Pública como especialidades farmacéuticas. La ordenanza incluye la nómina de aproximadamente unas 300 hierbas, en su mayoría nativas o  de los países vecinos, enumeradas por orden alfabético de nombres vulgares usados tanto en nuestro país como en Argentina y sur de Brasil y que han sido popularizados por las obras de Hieronymus, Matías González y otros. De dicha nómina hemos seleccionado para nuestro trabajo aproximadamente unas 100 hierbas que ordenamos alfabéticamente por el nombre que figura en la ordenanza 445; a continuación, cuando corresponde, damos e! o los sinónimos comunes; luego figura el nombre científico y, entre paréntesis, la familia a que pertenece la planta. Se completa el trabajo con las aplicaciones más corrientes establecidas por el uso popular y una escueta descripción
botánica con el objeto de que el interesado reconozca la planta que va a usar como remedio.

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